Hay ciertos elementos del llanto que nos alarman, nos inquietan. Escuchar a un bebé llorar genera en madres, padres, adultos y otros niños sentimientos de dolor e incomodidad, y cuando este llanto se hace muy constante y prolongado puede hacer que nuestras propias capacidades de autocontrol se vean desbordadas.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué en ocasiones los bebés lloran tanto y nosotros nos sentimos tan sobrepasados? Para comprender esto hay que conocer algo de la capacidad de expresión y su desarrollo a lo largo de los primeros años de vida.
Desde el nacimiento y hasta aproximadamente los 12 meses el bebé no es capaz de articular letras ni palabras, y por lo tanto su capacidad de expresión se ve considerablemente limitada. A partir de los 12 meses se empiezan a articular las primeras palabras, sin embargo expresar mediante balbuceos y monosílabos (ta, ma, no) necesidades y estados emocionales se vuelve imposible, y la capacidad de expresión del bebé se reduce a gestos, movimientos y por supuesto al llanto.
De esta forma cuando un bebé siente malestares físicos, o tiene calor, hambre, está con sueño, necesita de que lo miremos, le hablemos o juguemos con él, no puede pedirlo ni manifestarlo de otra forma que no sea a través de movimientos o gestos faciales, y si estas necesidades no son satisfechas y la inquietud o frustración van en aumento, termina por descargarlas a través de gritos o llantos.
Por lo tanto si es que un bebé llora mucho es una señal de alerta respecto de que algo le está sucediendo, o que algo necesita. Sería conveniente descartar primero que no exista ninguna condición física que lo esté incomodando (cólicos, hinchazón, resfrío, etc.), y ayudarlo a pasar por ese malestar mediante el tratamiento adecuado. Si no fuese algo físico podríamos pensar que pueden existir elementos contextuales que lo estén incomodando; puede estar con calor o frío, incómodo en la posición en que se encuentra, que haya mucho ruido, o que el ambiente en el que se encuentra hay mucha tensión, por ejemplo. Así, habría que intentar proporcionarle las condiciones para que se encuentre cómodo y tranquilo, esperando unos minutos para que pueda volver a encontrarse a gusto.
Pero también podría ocurrir que el bebé llore por necesidades emocionales, como por ejemplo, que esté aburrido y necesite de nuestra presencia y comunicación. O que se sienta solito/a y quiera que lo tomen en brazos, lo mesan, o jueguen con él un rato.
Como ves no hay una sola razón por la que los bebés lloran, y el desafío para nosotros como adultos es ir conociéndolo y detectando que necesidad está manifestando con el llanto para poder satisfacerla y ayudarlo a volver a la calma. Esto no es fácil, y se logra luego de un proceso de conocimiento y ensayos. En este proceso es muy importante que mantengamos la calma para no transmitirle a través de nuestras palabras, acciones o postura corporal más tensión de la que ya tiene. Es normal y esperable que nos desesperemos en ocasiones, esto tiene que ver con que el llanto es una herramienta que la naturaleza ha desarrollado para que nuestros bebés sean protegidos y cuidados. Si es que el llanto no fuese alarmante es muy probable que dejásemos llorar a los bebés desatendiendo sus necesidades.
Por lo tanto ve con calma y de a poco, y verás cómo irás leyendo a tu hijo/a y encontrarás las formas de calmarlo. No creas que tomarlo en brazos y mimarlo está mal o puede generarle dificultades posteriores. Por el contrario, las principales dificultades surgen de no estar disponible para entregarles seguridad, confianza y afecto en los momentos difíciles.
Por último te recordamos que cada situación es única, y por esto te invitamos a llamarnos gratuitamente para contarnos tu experiencia y ayudarte personalmente.