Tiene mal rendimiento escolar

Tiene mal rendimiento escolar

Uno de los aspectos de la crianza que más preocupación genera en las madres y los padres es el rendimiento escolar de sus hijos, es decir, que los niños y niñas logren aprender los contenidos esperados para su etapa educativa y eso se vea reflejado en buenas notas y evaluaciones, de forma que vayan adquiriendo los aprendizajes que aportaran herramientas para su desarrollo.

Sin embargo constantemente vemos que a pesar de los esfuerzos de las familias y los profesores muchos niños no logran aprender algunos de los contenidos o que sus notas son bajas. Así mismo hay niños que no logran motivarse con el colegio, las tareas o los estudios, y que estas actividades son fuentes de conflicto y angustia. Esto provoca ansiedad en los adultos, y continuos esfuerzos por modificar estas condiciones. Sin embargo muchas veces a pesar de estos esfuerzos el problema continúa e incluso puede agravarse.

Para entender algunas de estas situaciones es importante entender que el aprendizaje, como cualquier otra actividad que realizamos requiere para su adecuada realización de un componente esencial: la motivación. La motivación es una fuente emocional que nos lleva a actuar de cierta forma. Es decir debe existir una disposición interna que nos movilice e impulse a aprender, a querer saber, conocer y poner esos aprendizajes en práctica. Sin esa motivación, el aprendizaje por muy necesario que sea, se vuelve pesado, aburrido, estresante.

Y entonces cómo podemos generar esa motivación en nuestros hijos/as. Lo primero es lograr que esa motivación provenga desde su interior, desde sus propios deseos, intereses y capacidades. Muchas veces intentamos motivar a los niños con premios o con castigos, o les explicamos que sus estudios los ayudarán en el futuro para muchas cosas. Sin embargo estas fuentes de motivación son externas y en muchas ocasiones no tienen que ver con sus intereses, ni despiertan sus recursos o capacidades. No significa que en ocasiones no puedan ser de utilidad, pero no serán la fuente primordial de motivación.

En este sentido es recomendable vincular la materia en particular que está aprendiendo con los intereses y capacidades del niño/a, y hacerlo mediante ejemplos que tengan que ver con su presente. Por ejemplo si es que un niño está aprendiendo Ciencias Naturales y a él le gustan mucho las mascotas podríamos vincular este aprendizaje con sus animales favoritos, con lo que comen esos animales, con las partes de su cuerpo, con los nutrientes y alimentos que necesitan los animales para crecer y estar sanos, o con los lugares en que esos animales viven.

En segundo lugar para estar motivados necesitamos que el ambiente en que desarrollamos una actividad nos facilite la experimentación, los ensayos, la posibilidad de equivocarnos sin riesgo, y nos inste a volver a intentarlo. En este sentido debe ser un ambiente de afecto, confianza y diversión. Por lo tanto es muy importante que estimulemos el aprendizaje sin presiones, sin amenazas ni castigos, ya que esto hará que el niño/a asocie el aprender con un momento de estrés y conflicto con sus personas queridas, y por lo tanto generará mayor rechazo a estas actividades. Por el contrario si motivamos con palabras de aliento, sin presiones, con paciencia y felicitaciones frente a los pequeños logros, y en un ambiente de juego y diversión, el niño asociará el aprender con un momento de felicidad y cercanía afectiva lo que lo motivará a hacerlo nuevamente.

Por último es importante mencionar que hay aspectos sociales que nos influencian negativamente en este aspecto de la crianza. La competitividad, el exitismo, la urgencia que se le da a todo, nos lleva a sobre exigir a nuestros niños/as, y nos hace olvidar que todos ellos son distintos, que tienen diferentes ritmos de aprendizaje, y que no todos poseen las mismas capacidades. En este sentido se les exige aprender en ciertos momentos y ciertas cosas para las que muchos no están preparados. Así, es bueno que los padres y madres puedan proteger a sus hijos/as de estas presiones y transmitirles que no pasará nada si les va mal en una asignatura, si no aprender cierta materia, e incluso si repiten un año. Los niños/as tienen toda una vida por delante y muchas oportunidades para seguir aprendiendo y desarrollando sus capacidades.

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