Mes del Niño y Niña

Mes del Niño y Niña

“No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en que trata a sus niños (as)” Nelson Mandela.

En el mes de los niños y niñas, nuestra invitación es a detenernos, dedicarles un momento y un espacio a quienes celebramos, donde solo estemos con ellos o ellas, sin pensar en otras cosas, “lo que tenemos que hacer mañana”, “las cuentas que hay que pagar”, “el trabajo pendiente”. Dedicarles tiempo y no dinero, el que se traduce en ocasiones comprando regalos de manera indiscriminada y buscando panoramas excepcionales gastando incluso, el dinero que no se tiene. Nuestra idea es que esta invitación  transcienda el día y/o el mes de los niños y las niñas y pueda traducirse en una práctica cotidiana de los adultos hacia la infancia.

Es fundamental recordar que los niños y las niñas siempre quieren estar con sus adultos significativos, cuando son más pequeños o pequeñas demandan mucho más, pero a medida que crecen hay que buscar los momentos y actividades apropiadas. Entonces, para el mes de los niños y las niñas la invitación es a compartir, donde la presencia de sus adultos es el regalo.

En el mes de la Infancia, es importante recordar que los niños y las niñas transitan y se desarrollan en las relaciones con sus adultos significativos que los acompañan, se constituyen en la dinámica que les presentamos, respiran el aire que les otorgamos, son parte del clima emocional que les proveemos. Los dichos, conductas, emociones, relaciones que los niños y niñas manifiestan son la respuesta a su contexto; familiar, escolar, político e histórico del que son parte.

En este escenario cobra sentido que, para acercarse y comprender a los niños y las niñas necesitamos saber, que pasa allí donde viven, que pasa en la escuela a la que asiste, cuáles son sus dichos y teorías respecto a estos ambientes ya que los niños y las niñas se  constituyen en los contextos que los albergan.

Todos somos parte del mundo y para que éste funcione, cada uno debe situarse en un lugar determinado. El ser humano está en movimiento en el interior de un sistema que existe antes de su nacimiento. Al nacer, choca en la vida con los dispositivos políticos, las exigencias del  trabajo,  las reglas jurídicas y sociales de su época. Existe una directa relación entre como cada sociedad piensa la niñez y como se piensa a sí misma en los ideales que trazarán su futuro. En la actualidad a nivel mundial, la niñez circula tras el establecimiento de una figura legal llamada niño o niña.

La Convención Internacional por los Derechos de los niños, niñas y adolescentes, que fue ratificada por Chile hace ya 25 años, construye una necesaria figura jurídica que ampara y da cuerpo a los derechos de una población que hasta hace muy poco tiempo fue tutelada por los adultos. En nuestro país, se está trabajando en una nueva Ley de Protección Integral de Infancia y Adolescencia” que busca  sentar las bases de una Política Integral de Niñez y Adolescencia para todos y todas los niños, niñas y adolescentes que viven en Chile, que promueva y garantice las condiciones urgentes y necesarias para que sus potencialidades y capacidades sean parte de la democracia, la justicia y la solidaridad, en la diversidad, de la que todos y todas queremos ser parte.

No sólo son necesarias leyes de protección jurídica, sino el acto ético de llevarlas adelante en lo cotidiano, sin que necesariamente deba mediar un tribunal, un defensor o un profesional. En el mes de los niños y las niñas apelamos a la generación de una cultura sobre la niñez, donde ante las violencias cotidianas ejercidas contra la infancia logre privilegiar una práctica sobre lo importante y no sobre lo conveniente. Los ciudadanos de una comunidad, deben poder servirse del espíritu de la ley que no es, ni puede ser, privilegio de la operatoria de unos pocos especialistas en ella.

Los derechos humanos aplicados a la infancia a través de la Convención mencionada, viene a constituir una nueva concepción de la infancia y adolescencia y de sus relaciones con la familia, la sociedad y el Estado. Esta nueva concepción se basa en el reconocimiento del niño, niña y adolecente como sujeto de derecho, lo que significa su consideración  como ciudadanos, como un otro legítimo, como protagonistas de su historia, con el derecho a ser protegido integralmente en su desarrollo y frente al cual existen obligaciones concretas y específicas.

La invitación es: desterrar las creencias adultistas respecto a que los niños y niñas no escuchan, no ven, no entienden, no sienten, no saben y que solo son espectadores de los que sucede, para transitar a un tiempo donde puedan ser escuchados, donde se les permita tener un nombre y una nacionalidad, donde no sean discriminados, donde puedan gozar de una seguridad social para desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable, así como en condiciones de libertad y dignidad, donde puedan educarse, ser protegidos, donde puedan tener una familia y el amor de ésta, donde puedan participar y puedan jugar.