Cuentos como regalos

Cuentos como regalos

“Y si una mujer embarazada atraviesa un bosque
está en el derecho de decirle a su criatura,
durante todo el tiempo de la caminata, los nombres de las plantas,
las flores y los animales que ve; explicarle al bebé
cómo son las cosas de la naturaleza”

Rigoberta Menchú, líder indígena guatemalteca.
Premio Nobel de la Paz 1992.

Mi padre y mi madre me contaban cuentos.
Los relatos que recuerdo de mi madre me situaban en el espacio de la leyenda. Las historias fantásticas de sucesos misteriosos, inexplicables que imprimían otro color a los paisajes que después recorría… me quedaba pensando si por ese cerro se había subido la viuda al anca del caballo que pasó por ahí. Los relatos de mi padre tenían gracia, colorido, territorios llenos de imaginación. Nos hacían reír o apenar (las dos cosas a la vez, también) y no por ya escuchados perdían su brillo.
Fueron un regalo, sin duda.

La narración oral tiene la ventaja de hacernos caer en cuenta que la literatura no sólo se encuentra en los textos escritos, que no es únicamente una tarea escolar. Las lecturas no solo están en los libros, también son las historias, cuentos, leyendas, canciones y juegos.
Recordemos cuando fuimos al colegio. Seguro hubo algún profesor/a que, para facilitar el aprendizaje de un contenido, nos contó una historia. Pasados los años, aún nos acordamos de esa historia, o bien, esa clase adquiere en nuestra memoria emotiva el lugar de una de las más entretenidas. Ello porque el escuchar una historia no es algo pasivo sino un acto que estimula, en quien la escucha, una serie de funciones cognitivas además de favorecer un clima agradable y contenedor.
Y sin embargo hoy se cuentan tan pocos cuentos. A la luz de los vertiginosos cambios de la sociedad y de los nuevos modos de hacer cultura hay tradiciones que se pierden: el relato de cuentos es una de ellas.

En una época en que los padres y madres se esmeran por buscar regalos para sus hijos/as, el hecho de contar cuentos constituye un excelente obsequio. Además es un regalo a la mano, no requiere gastar plata, sólo invertir en palabras (una inversión absolutamente necesaria en la crianza).

¿Qué se descubre al abrir este regalo?

Importancia de contar cuentos e historias a los niños/as

Muchas veces el hecho de contar cuentos a los niños queda reducido a un fin pedagógico (cuento una historia para transmitir una moraleja o enseñanza). A través del cuento se comunicarían modos de ser, valores y conocimientos importantes para determinada cultura.
Independiente de este afán pedagógico cabe señalar que “la literatura es formativa y formadora por naturaleza, constituye una síntesis que resume valores en sí misma: no es necesario convertirla en moralizante, añadirle “temas afines” o transformarla, volviéndola apta para; esto implica desvirtuarla, altera su esencia.”[1]
Cuando se cuenta un cuento a un niño/a lo que se logra es que se amplíe el horizonte para comprender el universo. La escucha de un relato consolida la construcción del pensamiento, mejora la comprensión del mundo y colabora en la ampliación del conocimiento y el lenguaje. Todos aspectos fundamentales en el desarrollo.

Además de perfeccionar e incrementar el lenguaje, el relato de un cuento estimula la imaginación y desde aquí crea y recrea mundos simbólicos significativos. Por ejemplo ante el hecho de mirar un cielo nuboso podemos preguntarnos “¿cómo celebrará su cumpleaños una nube?” desplegándose una serie de posibilidades creativas e imaginativas.

Un niño o niña que escuchando historias de otros es estimulado a crear, fortalece su personalidad a la vez que desarrolla y disfruta de una sensibilidad particular dada por la invención de mundos. Todo esto se logra aún más- si se parte de situaciones significativas para los niños(as) y de algunos saberes y conocimientos que ya han construido.

Pero hay un aspecto que es más fundamental aún y es que, con este regalo, padres, madres, adultos en general tienen la posibilidad de acercarse a los niños generando lazos estrechos.
Los mimos, los cuentos, los arrullos invitan afectivamente al niño(a) a disfrutar de la palabra. En ese encuentro en que regalo una historia, permito que el otro se sienta protagonista porque creo y recreo para él o ella. Busco las palabras que le resuenen, transmito saberes que quiero dar a conocer, tomo contacto con el emocionar del niño/a. Es decir, me dispongo a realizar una actividad que aumenta el caudal de experiencias lingüísticas, simbólicas y afectivas de un niño/a.

Narrar no es sólo entretener. Es también una forma especial de querer y posibilita el conversar y compartir experiencias.

¿Cómo se envuelve este regalo? Claves para inventar y contar cuentos para niños(as)

Los niños y niñas tienen relación con los sonidos mucho antes de que puedan elaborar y emitir sus enunciados verbales. Como no tienen aún elementos lingüísticos que le permitan articular las expresiones para construir los enunciados necesarios, su exploración del medio vendrá de la mano adulta según el clima de afecto y atención. Éste es el sentido de contar historias incluso desde antes de nacer o mientras se les amamanta o muda.

A los bebés es importante ofrecerles un repertorio que privilegie lo auditivo a través de canciones, rimas, juegos de palabras, repetición de sonidos que simulan los sonidos naturales u onomatopeyas (“rrrrrr” para el sonido de un auto que parte; cuacuá para imitar el graznido de un pato), interjecciones, vocalizaciones.

Cuando ya caminan podemos aprovechar todo el afán exploratorio para ir deteniéndose en ciertos objetos o elementos y con ellos formular breves relatos, dejar instaladas preguntas, hacer juegos de mímica y repetir estribillos.
Con los niños(as) más grandes podemos crear historias sin fin. Mientras se camina al jardín, mientas se espera la micro, cuando estamos en el Centro de Salud esperando nuestra hora de atención, cuando estamos aburridos, cuando hace frío, a la hora de comer. Incluso podemos llevarlos al Jardín Infantil mientras le contamos una historia que se interrumpe para continuarla al día siguiente.

Para este despliegue no se requiere tiempo adicional. Es el mismo tiempo que pasamos con los(as) niños(as) pero que ahora invertimos creando historias que fomentan el vínculo entre el niño o niña y el adulto.
Nos servimos de cualquier situación, no necesitamos de otras palabras que no sean las nuestras. Incluso podemos no saber escribir y podemos hacer historias. Podemos aprovechar también ciertas metáforas y personificaciones que los mismos niños(as) realizan. Una vez mi hija camino a su jardín me hizo la siguiente observación “esos árboles están chascones” y a mí me parece que ésa es una hermosa forma de partir un cuento.

Para inventar historias el elemento natural es más aportador que la misma gráfica o los dibujos. Caminando en zonas urbanas o rurales contamos con oportunidades de poner en contacto al niño(a) con el medio natural: ¿qué será este hoyo que está aquí? ¿cómo se formó?, ¿qué amigos tiene este árbol que siempre vemos?, ¿las micros se enojarán, se reirán?
Ya encontrada la historia y los personajes que la habitan, el uso de la voz es vital para fijar la atención de los(as) niños(as) en el relato. Utilizar la entonación de preguntas, exclamar, cambiar las voces, susurrar, todo aporta a que una narración sea seguida con interés.

Mirar a los(as) niños(as) mientras les contamos la historia es importante. No sólo nos permite verificar cómo reciben lo que vamos contando sino que produce cercanía. También podemos hacer uso de gestos para enfatizar situaciones.
No es necesario hacer preguntas finales esperando que el (la) niño(a) se pronuncie, el entusiasmo será la mejor prueba de que algo se ha producido.

En el fondo uno cuenta un cuento según el estilo propio. Lo importante es hacerlo con convicción. Cuando sentimos que ya no hay tiempo para estar con los(as) niños(as), el cuento nos abre la posibilidad de estar con ellos de una forma mucho más cercana.

A modo de cintas para el regalo. Técnicas para desplegar la creatividad.

En la tarea de crear historias nos pueden ayudar tres simples técnicas.

Basándonos en una fotografía o dibujo podemos formular preguntas ¿con quién está el personaje?, ¿a qué juega?, ¿hizo alguna travesura? Así puede armarse la historia de un gato, un pato, un chancho y toda la cohorte que lo acompaña.

Otra técnica es el uso de la pregunta fantástica “¿qué pasaría sí…?. Por ejemplo ¿qué pasaría si la lluvia en vez de agua fuera de pétalos de flores? ¿qué pasaría si una piedra pudiera tener emociones? ¿qué pasaría si un niño pudiera saltar muy alto, muy alto? Casi todas las composiciones de relatos que hemos escuchado alguna vez respondieron a una pregunta fantástica de este tipo. Así que con ellas tenemos asegurada una cuota de creatividad.

Y por último está el binomio fantástico. Consiste en hacer dos listados. En una lista ponemos palabras o sustantivos y en otra columna ponemos adjetivos o características y luego las vamos mezclando al azar dando origen a curiosos personajes. Por ejemplo algunos que se pueden formar:
cuchillo                             gracioso
papel                                  angosto
taza                                  temerosa
corchetera                        traviesa
libro                                   valiente
árbol                                   curioso
cama                             misteriosa
juguete                           dormilón

Así una corchetera traviesa a lo mejor se nos arranca o deja formas estrelladas con los corchetes; el libro valiente nos puede contar una historia jamás contada y el cuchillo gracioso va dibujando en los alimentos diversas formas para que comer sea más entretenido y sabroso…. En fin, cada personaje tendrá una historia propia.

Pasado el tiempo, acumuladas tantas experiencias, solemos recordar todavía algunas de las historias que nos relataron cuando éramos niños(as). Hay regalos que duran para siempre. Contar un cuento es uno de ésos.
________________________________________
[1] Miretti, María Luisa, Educación Literaria desde el Jardín Maternal, Editorial SB, Buenos Aires, 2009 pág. 19